domingo, 22 de diciembre de 2013

Entrada 6.

En este mundo que nadie entiende y que nadie jamás entenderá, con la odiosa humanidad y sus actitudes fatales, me siento retraída en el más grande y alejado rincón de una habitación de paredes ensuciadas por gente con las manos perdidas de sangre, polvo y humo.
Pero esa asfixiante sensación de ahogo puede ser eclipsada por unos instantes cuando miro al cielo, que alberga las cosas más hermosas que se pueden ver desde el lugar en el que estamos, encontrarse con la tierra. Y, a pesar de la nube de desechos humanos que nubla el esplendor del firmamento y de las casas y carreteras y coches y luces artificiales que deforman la estructura de nuestra visión del final de tierra, cuando miro la delicada y frágil linea que es el horizonte, con la escala de colores que deja la tenue luz del Sol que da paso a la actuación de la gran Luna así como de su, a veces, ausencia, algo en el interior de la parte cenit que pueda tener mi alma se contrae hasta la inexistencia para después dilatarse, como aquella pupila que conoce el amor, como la onda expansiva tras una devastadora bomba nuclear, hasta el más apartado extremo de todo mi cuerpo.


“¿Acaso sólo había un mundo que soñaba con otros mundos?”
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jueves, 2 de mayo de 2013

Entrada 5.


Los libros, esa fuente maravillosa de información, los múltiples mundos que se te revelan de una forma tan sorprendente como fascinante y, mediante un proceso ignoto para el entendimiento humano, hacen tuyas las vidas que en sus páginas se desarrollan.

Es extraordinaria la forma en que puedes vivir varias vidas a la vez e, incluso a veces, no diferenciar cuál de ellas era la inicial, en la que esos “objetos” que son la sombra de la vida, de la mano del hombre, tan imprescindibles como innecesarios, se te revelaron como la salida del laberinto al mino-tauro encerrado, como un plato de sopa caliente a un hambriento, como el sector que completa la gráfica de tu alma. Los libros… ellos son los que me han enseñado la variabilidad de una decisión, lo leve de una idea que profundizó con sus raíces hasta el fondo de tu cabeza.

Hace poco acepté que la vida es sólo una. Y si esto es así, ¿no resulta triste ser tú solo en una vida? ¿No poder vivir todas las vidas posibles en una sola por la volatilidad del tiempo? Pues bien, hasta aquí quería llegar yo, los libros nos ofrecen eso, vidas. Desees lo que desees  puedes, no vivirlo, pero si saber a la perfección el sentimiento de la experiencia. Puedes tener nauseas por haberte tirado en paracaídas, estar apenado por el fallecimiento de un familiar, mostrar terror ante el mundo porque acabas de suicidarte… Puedes elegir lo que experimentas, desde la euforia del primer amor hasta el enfado por la crítica a un mundo que detestas o amas.

Voy a estar con alguien y extrañar la soledad, voy a estar completamente sola y tendré nostalgia de alguien con quien compartir mi vida, voy a viajar y a quedarme en casa, a ser de un lugar y otro, así como de uno solo…
Sólo tengo una vida, pero es tan corta que tendré que conformarme con el conocimiento de las experiencias y no con su vivencia propia. Los libros la harán más completa y calmada, llenando con conocimiento en bruto el hueco que las cosas no vividas dejan. 


"Quiero ver la sed en las sílabas, rozar el fuego en el sonido. Quiero sentir lo oscuro en el grito. Palabras quiero, tan ásperas como piedras intactas."
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viernes, 4 de enero de 2013

Entrada 4.


Pensando en el tiempo fugaz, una idea ha venido a mi mente, la idea de que el presente que vivimos es solo una milésima parte del presente total. Vivimos respirando una cantidad tan pequeña de aire al día que puede decirse que nuestra existencia es polvo volátil que arrastra la brisa a su paso.

Puedes escuchar una canción hoy, una canción que te haga sentir que eres el ombligo del mundo y hasta del mismísimo universo. Una melodía tan placentera y banal que puede hacer que te sientas orgulloso de poder escucharla siendo un ser humano, para poder tener el ansia de intentar describir lo que el sonido te produce. Pero ahora, pensemos que a la vez que escuchamos esa canción que tanto nos transmite, tenemos al alcance otra muchas que desconocemos y que, algún día, dentro de unos años, descubriremos en el futuro, pero siendo éstas ya una parte del pasado. También, dejamos ir a personas que, en nuestro presente, son importantes hasta el punto de dejar una huella, si no profunda, duradera, que hará de nuestro futuro un lugar diferente por la mera presencia que tuvieron en otro tiempo.

Y esto es y será así siempre, en todos los hábitos de éste nuestro existir.


"El tiempo es un caballo que galopa en el corazón, un caballo sin jinete en una carrera de noche. La razón, sentada, escucha su paso."
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