No quiero que nadie sepa quién soy, pues dejo en lo que
escribo, tan inconsciente como inevitablemente, una parte de mi alma. El alma... esa presencia que desconozco enteramente. Temo ponerla al descubierto y
que alguien, con mayor experiencia y talento que yo, así como un espíritu más
noble y paternal, pueda descifrarla sin mi consentimiento. Y peor aún, que se
niegue en rotundo a compartir conmigo el conocimiento de su esencia, la cual ignoro.
Así que, dejémoslo en que no tengo alma, y si la tengo, la
he dejado al aire, de la misma forma en que Basil Hallward impregnó un matiz de
la suya en aquel retrato maravilloso.
PD: Aviso de
mis errores y contradicciones, que no son más que el reflejo de mi ignorancia.
"La más alta, así como la más baja de las formas de crítica, es una especie de autobiografía".
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